Te leo al revés

El tema es que no me sale escribir nada si no se lo estoy escribiendo a una mina. Bien, esa fue la primera línea, que es la más difícil de hacer según los profesores de la universidad. Las que siguen deben irse desprendiendo de a poco. Y si no se desprenden de esa forma las desprende la culpa, por ejemplo. Así vamos, la culpa y las mujeres, palo y palo.
Y todo lo demás también. Pero qué es el todo lo demás no lo sé, quizás el nubarrón mítico que dio origen a la psicología. Quizás la tormenta iónica de la conectividad. Quizás los resquiebres de la moral de las sociedades. Quizás la doblemente falsa apoliticidad.
Mujeres, culpa, todo lo demás. El amor de la familia. Y, así dadas las cosas vamos, viéndolas con un toque de onda no se ven tan mal, casi podríamos decir que zafan bastante bien. Y vamos, dale que vamos, ya ni me acuerdo a dónde, pero sé que vamos, y no sé si sé a dónde, dónde, dónde precisamente.
El tema es que llegamos. Ponele en trencito, cargados, echando humo, meta chuuuu-chuuuu todos gritando, una cruza de tren fantasma y montaña rusa de algodón rosa, a los brincos traqueteando los rieles. Pum pum bang bang. Y de golpe se apaga todo, las luces, el tren, todo. Si querés le podemos poner una explosión, o decir que simplemente desapareció. Como sea la cosa es que ya no hay más ni mujeres, ni culpa, ni todo lo demás, ni el amor de la familia ni yo por añadidura. Entonces, qué importa a dónde vamos.

4 comentarios:

  1. Me hizo recordar un poema de Antonin Artaud, El tiempo donde el hombre era un árbol. He aquí un par de fragmentos pa’ compartir:

    El tiempo donde el hombre era un árbol sin órganos ni función,

    Pero de voluntad
    Y árbol de voluntad que avanza
    Volverá.
    Ha sido y volverá.
    Pues la gran mentira ha sido hacer del hombre un organismo

    Ingestión, asimilación,
    Incubación, excreción
    Lo que existía creó todo un orden de funciones latentes
    y que escapan
    Al dominio de la voluntad deliberadora

    La voluntad que decide de si a cada instante;
    Pues era eso este árbol humano que avanza,
    Una voluntad que decide de sí a cada instante.
    (…)
    De lo que somos y de lo que queremos poco queda
    ciertamente.
    (…)
    El resto no somos nosotros sino la nada que nos reviste,
    Se ríe de nosotros primero,
    Vive de nosotros después,
    Ahora bien, esta nada no es nada,
    No es algo,
    Es algunos.
    Digo algunos hombres.
    Bestias sin voluntad ni pensamiento propio
    Es decir sin dolor propio,
    Sin la aceptación en ellos de la voluntad de un dolor propio

    Y que no han encontrado otro medio de vivir
    Que falsificar la humanidad.
    Y del árbol cuerpo,
    Pero voluntad pura que éramos,
    Han hecho este alambique de mierda
    (...)

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  2. Lo volví a leer después de un tiempo... te diría q sale como trompada, pero en realidad se te va armando de a poquito, como un cáncer. Me gusta!!

    El nombre de la Rosa.

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