«Oráculo»

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Dueño de los ojos

Te mirás al espejo y no te das cuenta que es mentira mucho de lo que te contás.
Como por ejemplo que estás más gorda, que se te está cayendo el pelo, que ya nadie te mira con ganas, que yo sigo a tu lado.
Te mirás todos esos costados flacos y no te das cuentas de que yo ya me fui, de que ya no estoy. Mi presencia fue difuminándose como la marea que baja.
Te mirás para mí. Y yo miro para el otro lado.
Así la cosa, una indiferencia total de mi parte, que te parte, te raja y te quiebra y entonces te ponés a pucherearle tu ego lastimado a cualquier pelambre que se te cruza.
Pero fijate también las ganas que yo tengo de meterme en tu historia que no paro de decir «yo, yo» como quien grita «fuego, fuego»: para meter bulla y romperte un poco las pelotas, que eso se me da bien con vos, ¿sabes?
Y claro, para mantener lejos a los buitres.
Como a ese chabón que te hizo la rondita hace unos meses. Ahora ya sé que no te la hace más… pero bien que hubo días que te miraste pare él. Entonces yo le pegué un tirón a la correa, nada, un cortito, un «que mal me siento», un «¡ay!», un suspiro… y tácate… ahí estás frente al espejo de nuevo toda mía tu mirada.
Soy un capo.
Porque importa un carajo lo que mira tu mirada. Te diría que me parece que ya ni me calienta. Tengo tu mirada de vos y eso es todo lo que vale, eso es tenerte toda, eso es ser un capo, ¿te das cuenta?
Qué te vas a dar cuenta si te la pasás diciéndote mentiras al espejo. Si no te das cuenta que ya no estoy a tu lado sino arriba tuyo, que casi como que sos mi esclava.
¡Shhh! Silencio, quiero escuchar cómo empieza Tinelli. No pasés frente al tele… pero qué ganas de joder, che.
Qué boluda que estás, ahora encima te ponés un camisón sexy para que yo te mire y no te doy ni cinco de pelota. Miro la tele tranqui porque tengo tu mirada de vos y entonces te tengo a vos pero sin embargo nadie es mi dueño, nadie tiene mis ojos…

Madame Popodópulus le pone un broche al concurso

Bienvenidos, bienvenidos, queridos, pasen, tomen asiento, beban del exquisito té que hizo Madame Popodópulus para agasajaros. Sientan el aroma de la canela y el crisantemo, respirad, respirad, beberos el aroma de este té con vuestras mismísimas narices, dejadle penetrar suavemente en vuestras fosas nasales, abridle paso y sonreídle y decidle cosas agradables con vuestra alma, cosas tales como “ve, ve dulce tecico humoso, ve y endúlzame las papilas, esta tarde olvidemos todos, sólo háblame de amor”, sólo háblame de amor, y diciéndole todo esto como un susurro dadle un pequeño sorbo y dejad que el agua tibia y lenta os haga mimitos en la garganta, y prestad atención, porque Madame Popodópulus os va a hablar de cosas bellas, blandas y bonitas.

Si hay algo bello, blando y bonito en este mundo es una baguette. Pero una baguete en serio, de Francia, es decir una baguete. Y da la casualidad que Madame os ha traído baguete. Porque ella ha estado en Europa, es decir Europa y desde allí os baja estas delicias de singular exquisitez. Además y principalmente, Madame ha estado realizando un curso de Lady en Inglaterra, pues es en ese país que está tramitándosele el título (el de lady, claro, no el de inglesa, aunque son concomitantes). En el ciclo inicial de cursado Madame ha aprendido principalmente “ceremonial de captación del lector” y “egocificación del eje temático”. En el primero de ellos, Madame ha aprendido cómo comenzar un texto evocando en el lector una sensación agradable sin recurrir al campo semántico del erotismo y la cópula. En el segundo, Madame aprendió que siempre que hable debe hablar de ella, aunque sea de forma lateral, sugerente, apenas perceptible por el lector, como por ejemplo colocarse como sujeto en las oraciones y referirse a sí misma en tercera persona.

Madame aprendió que debe caeros bien y debe agradaros. Para ello hace una leve inclinación perfectamente estudiada y calibrada y continúa escribiendo y escribiendo un poco automatizada pero sin tanto rictus en el rostro, como si fuera natural a medias, como uno de esos jugos que vienen en cajas y que traen pulpa y que Madame Popodópulus no conoce porque ella no toca materiales innobles como el cartón o el papel higiénico. No, Madame Popodópulus solo toca las fotos de la última encuesta y piensa en los resultados; ella considera que no está muy satisfecha (en su interior, claro, nadie puede notarlo en su rostro) con los resultados y que todos los dibujos le parecen demasiado poco clásicos, o demasiado brillantes o demasiado cualquier cosa, pero eso es porque Madame Popodópulus aprendió en el museo de Louvre lo que es el arte plástico de verdad, genuino, comprobado con sello y todo, el arte que debería dar la vuelta al mundo pero que como es peligroso mejor dejarlo en el Louvre donde está a salvo. Al fin lo que a Madame le enseñaron a creer es que debe llevar el Louvre al mundo y es por eso que la han obligado a escribir esta columna en esta bitácora tercermundista. De este modo Madame Popodópulus ayuda en la noble y doble tarea de escarbar en vuestro arte, siendo a la par cual embajadora cultural, ayudando con su granito de arena a saquearos hasta la última gota de petróleo, y todo lo demás también.

Primero mira los dibujos de Menta y de Joaco Pez Cado, que recibieron dos votos cada uno y con mucha malicia piensa “seguro que uno es de ellos y el otro del novio o la novia”, pero no es lo que deja escapar de sus labios, sino que se pone diplomática, endereza la espalda, se acomoda un poquito porque el corsé de hierro le pellizca al costado pero los lectores no os dais cuenta, y por fin dice: “Un limón en blanco y negro y un limón con fondo negro, ay todo es negro, ay, ay, la desesperación, ay la fatalidad, uno mira un libro, otro delira corazones, ay la juventud, ay, ay, ay la negrura” y os deja un poco en el aire, lector, sin que vuestra merced sepa bien qué quiso decir Madame.


Pero resulta que ya estamos en otro párrafo y las fotos que pasaron son noticia vieja en un mundo en que las noticias viajan por enormes cables subacuáticos intercontinentales y en el cielo cruzan día y noche ondas y radios satelitales y es en este punto en que Madame os hace pensar en lo complejo y lo incierto y toma el dibujo que envió Melina Camacho y con mucha maldad piensa: “por un pelín se salvó de estar con los otros al final” pero no es eso lo que dice sino que es esto: “el niño mira a su izquierda, oh, mirada traviesa, oh, qué diabluras andarás haciendo por allí niño, oh, pequeño perdido limón” y os deja lector de nuevo un poco en ascuas, excepto a aquellos de vosotros que creen haberle encontrado un sentido y que habitualmente se tildan a sí mismos de intelectual. Pero Madame no se detiene en esos detalles porque ella es como el viento y ya se siente transportada por las musas griegas que le hacen cosquillitas en la espalda y que la llevan hacia las etéreas alturas.

Y en esas alturas, no tan lejanas, apenas con seis votos, Madame se encuentra con la obra de Nombre de la Rosa y se detiene y reflexiona y se dice: “esta es la clase de purrete que bien me querría muerta, disgustante, basta verlo con esa chaqueta de cuero y esa pose que me recuerda tanto a James Dean... que, al igual que el símbolo sexual de mi generación, me despierta amor y odio profundos” pero nos dice “te fuiste Limón y no volviste, por los senderos de James Dean, te fuiste Limón y no retornaste, por los caminos del photoshop” y cual hechicera que pasa y os deja trastabillando así Madame Popodópulus os pasa a buscar en su mágica alfombra hecha de poesía y refinamiento.

Y mientras con una mano sostiene la pluma del pavo real que sirvió en un ritual certificado por National Geographic (concretamente el del dios de la guerra Skenda, registrado en el número treinta y nueve de la edición de Mauricio, la isla) con la otra mano alza la foto de Nomo de Sastre y la contempla y en su mente se forman estos pensamientos: “el arte se fue al collage, que es como decir que salió al almacén” pero en su lengua se desenvuelven estos “este es el sol limón enterrado y enreverado en el fondo del pecho, este es el fuego fatuo enceguecedor y entrador, este es y no otro, este que aquí ves” y sigue sin deciros nada concreto ni haceros un análisis de la obra pero es que, pobre ella, la Madame, que no tiene materia prima con que analizar.

Y así, así, este viaje místico por la fibra y la vena del arte visual llega hasta los crayones del Valen, el hijo de Sofía Santarone, y al dibujo que hizo su madre. Madame Popodópulus suspira aliviada porque ya no tendrá que escribir mucho más, luego mira los ocho votos adjuntos al papel y luego piensa sobre el premio ganador: “Un niño con la cabeza deformada en un limón, típico del gusto de la gente de estas bitácoras” aunque opta por decir: “te aferras a ese libro escapándole al miedo, pero allí está el miedo, allí, enverdinegreciéndote las manos, eres el rostro oculto, Limón, el rostro que se escabulle”.


De este modo, con palabras llenas de misterio, Madame Popodópulus procederá a despedirse de vostros lectores, así que podéis ir dejando la tacita vacía sobre la mesa y el pedacito de baguete en el platito. No hay mucho más aquí, Madame os lo asegura. Es más, os compele a dejar de visitar esta bitácora, ¿qué sentido tiene?, ¿no os dáis cuenta de que aquí no hay ninguna seguridad, ninguna fecha establecida de publicación, ninguna periodicidad? A ver si abrís un poquitillo los ojos y os ponéis a cosas más importantes como buscar la manera de salirse antes de que este bote bicentenario se os de vuelta como con el corralito, a ver si aprendéis a temer un poquito más y dejáis de reíros un poquito menos, a ver si empezáis a transitar el camino dorado, el golden path, hacia el damiselado, hacia el caballerado, y quizás algún día logréis ser, derechos, pudorosos, ingleses: Lords and Ladies.

Madame (futura Lady) Popodópulus

PD: Y con respecto al premio, yo que usted, estimada Sofía, iría olvidándome bien prontito de recibir la prometida bicicleta. Ya os digo, este Calisto es un tilingo.

«El gozo imperfecto»


¿Usted qué dice, lector? ¿A qué varón no le ha pasado, en las borrascas del devenir de su experiencia sexual, quedarse “con el dardo del amor como una flor marchita”? ¿Quién no ha estado en esa situación que paradójicamente podemos rotular de embarazosa? Y por otro lado, usted, lectora ¿acaso no se ha visto alguna vez defraudada, dejada en banda, insatisfecha? ¿Qué mujer no ha sabido si reírsele en la cara al pánfilo o tratarlo con ternura maternal? ¿Cuántos de aquellos hombres y mujeres se levantaron y se fueron y cuántos se quedaron para intentar reavivar el fuego luego de una siestita?

No lo sabemos y nunca lo vamos a saber. Pero tenemos un testimonio. El poema se llama «El gozo imperfecto» (The Imperfect enjoyment) y fue escrito por John Wilmot en algún momento que desconozco entre el paréntesis de sus 33 años (1647-1680). Él fue segundo Conde de Rochester, un título que heredó de su padre que al parecer era alcohólico. Tuvo un mono como mascota, como podemos constatarlo en la pintura que lo evoca (además la biografía que de él hizo Graham Greene se llama Lord Rochester´s monkey; no la leí ni la leería, pero nos da la pauta de que el mono ES importante, si no el señor G.G. no le daría ni cinco).

“La sífilis, el alcoholismo y la depresión” lo borraron del mapa a John. Eso dice en wikipedia, y me figuro que el que lo escribió sí que leyó el libro de G.G. En todo caso no importa porque murió en el siglo XV, que es como decir que murió en Andorra o en alguno otro de esos países de la mitología griega. Esperemos que John haya disfrutado de una vida buena en su brevedad (lo hizo si tienen aunque sea una piza de autobiográficos los versos: “Este dardo de amor cuya filosa punta, bien probada, / con sangre virgen ha teñido a diez mil doncellas”; consta que sí es autobiográfico cuando pone enseguida: “con rígida firmeza, invadía por igual hombres o mujeres, y nada detenía su furia”)

Como sea, en toda esta entrada hay algo original. Es decir, tiene que haberlo porque si no: A. no tendría sentido hacerle perder el tiempo al lector con estas diatribas y B. sería poco cool, poco atinado, bastante bien ladri, en definitiva. Lo original es el poema, vamos, que lo copié de una antología llamada El libro del Amor, un grueso tomo de 600 páginas con narraciones, ensayos, poemas y cartas; un verdadero mamotreto del empalago pésimamente organizado por unas tales Diane Ackerman y Jeanne Mackin, compiladoras que me figuro muy románticas. El libro no tiene claves de lectura, los textos compilados no estan siquiera fechados y la única división interna consiste en: Narrativa, Ensayo, Poesía, Cartas y testimonios; es un libro de tapas duras editado por Javier Vergaras que conseguí a cinco pesos en Av. Corrientes.

¿Qué se cuenta en “El gozo imperfecto”? Es básicamente el monólogo interno de un hombre promiscuo luego de eyacular precozmente y no poder satisfacer a su amada Corina. Inicia con la narración del acto (Estrofas I y II), a continuación describe la condición de su pene (III) para luego injuriarlo y maldecirlo (IV). No tiene desperdicio, se los aseguro.

Vamos a su lectura. El resaltado en negrita es mío, para quienes quieran hacer la lectura exploratoria; a los que dispongan de tiempo los invito a paladearlo, como dicen los que gustan de los poemas (no es mi caso en la mayoría de los casos).

El gozo imperfecto

Desnuda yacía en mis brazos anhelantes;
yo estaba lleno de amor, ella rebosante de encantos,
ambos inspirados por ávido fuego,
derritiéndonos en caricias, ardiendo de deseo
con brazos, piernas, labios estrechamente ligados;
ella me aprieta contra el pecho y me succiona con el rostro;
su ágil lengua, rayo menor del amor, jugaba
con mi boca, y a mis pensamientos impartía
rápidas órdenes para que yo me dispusiera
a arrojar abajo la disolvente centella.
mi alma palpitante, impulsada por el filoso beso,
cuelga suspendida sobre balsámicos abismos de júbilo,
pero mientras su atareada mano guía esa parte
que debía llevar mi alma hasta su corazón,
en líquido embeleso me disuelvo,
me derrito en esperma, la derrocho en cada poro.
El toque de sus partes lo habían hecho:
sus manos, sus pies, aun su rostro era una vulva.

Sonriente, ella murmuraba un amable reproche
y se limpia del cuerpo mi pegajosa dicha,
a la vez que recorriendo con mil besos
mi pecho jadeante, pregunta si no hay más.
“¿Sólo este tributo al amor y al embeleso?
¿Y no saldaremos nuestra deuda con el placer?”

Pero yo, hombre consternado y perdido,
procuro en vano mostrar mi afán de obedecer.
Suspiro, ay, y beso, mas copular no puedo.
Ávidos deseos frustran mi primer intento,
la consiguiente vergüenza impide nuevos triunfos,
y la furia al fin confirma mi impotencia.
Aún su bella mano, que podría calentar
la escarchada vejez, e unflamar a fríos ermitaños,
aplicada a mi brasa extinguida no enciende
más fuego que si acercáramos llama a las cenizas.
Trémulo, confuso, angustiado, flojo, seco,
yazgo como un guiñapo ansioso, débil, inmóvil.
Este dardo de amor cuya filosa punta, bien probada,
con sangre virgen ha teñido a diez mil doncellas,
el cual Natura con tanto arte dirigía
que llegaba por el coño al corazón
(con rígida firmeza, invadida por igual
hombres o mujeres, y nada detenía su furia:
donde penetraba, encontraba o creaba un coño)
yace lánguido en esta hora infeliz,
encogido, sin savia, como una flor marchita.

Desertor, ruin traidor de mi lumbre,
infiel a mi pasión, fatal para mi fama,
¿por qué errada magia te revelas
tan leal a la lascivia, tan desleal al amor?
¿A qué ramera vulgar de baja estofa
alguna vez le has fallado en tu vida?
Si te guían el vicio, la enfermedad y el escándalo,
obedeces con oficiosa prisa,

como un bravucón que en las calles
provoca y empuja a los que encuentra;
mas si el rey o la patria reclaman su ayuda
el ruin traidor se encoge y oculta la cabeza;

tu coraje es igualmente indigno:
irrumpe en el burdel, invade a cada puta,
mas si el gran Amor tus embates solicita,
vil traidor a tu príncipe, no osas levantarte.

Peor para mí, y por tanto más odiada,
en toda la ciudad un poste célebre
donde cada ramera alivia la picazón de su coño
como los cerdos gruñones que se frotan contra las puertas:
que seas presa de voraces infecciones,
o te consumas en llanto agotador;
que la estranguria y el cálculo sean tu compañía,
que nunca orines, ya que te negaste a actuar
cuando mi alegría, impostor, dependía de ti.
Y que diez mil vergas más capaces reparen
el mal que infligiste a la ultrajada Corina.

No quiero dejar pasar el detalle (muy inglés) de comparar oblicuamente a Corina con el rey y con la patria al hacer la igualación pene-desertor (IV). Luego, al no poder entrar en conjunción con la mujer, platoniza, y platonizando practica la autocondena: en tono profético maldice a su pene a consumirse “en llanto agotador” (V).

No sabemos si después de lo narrado el protagonista del poema hizo algo al respecto de la insatisfacción de Corina. Si lo hizo no dejó huellas en el texto, lo cual es una pena. Pobre “ultrajada Corina”, esperemos que haya encontrado sus diez mil vergas de dicha.

Cocina Karate - Gastronomía a las patadas desde oriente a nuestra mesa

Presentamos hoy el primer y único episodio de «Cocina karate – un acercamiento marcial al mundo gourmet» emitido originalmente por la cadena nipona Kundai el 24 de abril de 1987. Producido y grabado enteramente en Japón, el programa esperaba ser comercializado en el mundo occidental, empezando por Latinoamérica. Lamentablemente el proyecto se derrumbó por varias causas legales y sólo sobrevivió el episodio piloto.

Mientras nosotros estábamos viendo el Chavo del ocho (todavía lo seguimos viendo) en Japón pasaban una programación de avanzada, de vanguardia pura, lo que se dice el Primer Mundo en todo su esplendor.

Estimad@s lector@s, recordarán algún capítulo en el que el Chavo se encuentra con el Chapulín colorado: como los dos personajes eran encarnados por el mismo actor (Roberto Gomez Bolaños) uno de ellos estaba rodeado por un aura azul, claro indicador de que estaba cortado y pegado. A eso se lo denomina “efecto especial

EFECTO ESPECIAL EN EL CHAVO DEL OCHO - UN ACTOR, DOS PERSONAJES


Hoy en día no se lo usa porque las películas se hacen de cabo a rabo con computadoras, así que prácticamente todo es un efecto especial; de modo que cuando aparece un actor real en la pantalla, sobre un suelo real y con un fondo real, se dice que estamos ante un “efecto real”.

EFECTO REAL EN QUICO - UN ACTOR, UN PERSONAJE

El director y productor de Cocina Karate, Hideki Nmundo, asegura que es todo “efecto real”, que la cámara no paró de grabar desde que el cocinero karateca saluda hasta que finalmente sirve los fideos. Lo que según expertos es una mentira absoluta, sobre todo si tenemos en cuenta los cambios en la iluminación y los saltos en el audio. Además de este traspié, la reputación de Nmundo se vio embarrada luego del arresto que sufrió en 1991. Se lo buscaba por extorsión y evasión de impuestos. Esa tarde Hideki Nmundo había mezclado una pastilla de éxtasis con medio litro de Jack Danields y así salió a la calle desnudo gritando que estaba enamorado del universo.

EL PRODUCTOR HIDEKI NMUNDO A PUNTO DE SER ARRESTADO


“Efecto real” o “efecto especial” no es una dicotomía válida para juzgar a un video del calibre de Cocina Karate. Aquí bien puede hablarse de estupidez o estafa. Por último, nótese la total ausencia de rasgos orientales del conductor del programa; los rumores dicen que Nmundo conseguía niños occidentales con problemas mentales por doscientos yenes en los orfanatos de Vietnam, todos ellos “fruto de la pasión libertadora de los soldados norteamericanos y la bondadosa entrega maternal de las señoritas víctimas de la guerra” según explicó Nmundo en una entrevista desde prisión.

Sin más preámbulos, con ustedes, lector@s, Cocina Karate:

¡Sexto dibujo del niño corazón de limón!


Coincidiendo con la publicación del último trozo del merengoso caso del niño corazón de limón, llega a nosotros este excelente dibujo de Sofía Santarone (http://lasantasofia.blogspot.com/), realizado con "los útiles que encontré en la cartuchera de mi hijo". No dejen de visitar el blog de Sofía, artista plástica profesional oficial de Escribe Calisto.

El merengoso caso del niño corazón de limón (V)


Último trozo: de cómo Limón entra al patio de su casa, agotado y adolorido, y de la visita que allí lo espera. El hallazgo del último testimonio de Fedro. La merengosidad de la vida. Y al fin el fin.

¡Quinto dibujo del niño corazón de limón!


Abran cancha que viene entrando un nuevo dibujo de Limón en technicolor. El lapiz, la microfibra y el mouse de Nombre de la Rosa dieron forma a esta excelente limonada visual. Prestad atención a  los detalles de la indumentaria y la presencia del chupetín, la mirada hosca y la postura matona. Un nuevo y hermoso cuadro para que nuestro decorador de interiores, Braulio Brauny, sume a la galería de arte del blog.

El merengoso caso del niño corazón de limón (IV)

Cuarto y penúltimo trozo: de lo que sucede en casa de Fedro en esa siesta gris. Los vecinitos y el miedo. El merengue y las hormigas.

Mensaje pegado con cinta skotch


¡Tenga cuidado donde pisa, hay pintura fresca por todas partes!
Bueno, antes que nada quería darle mis feliciaciones, Señor Calisto, a usted y a los lectores de este blog, porque a partir de hoy disfrutan de un nuevo y precioso diseño de interiores.






¡Cuarto dibujo del niño corazón de limón!


Esta sublime obra de Nomo de Sastre llegó a las casillas del blog acompañada de la siguiente nota:
Estimado Calistón, soy Nomo de Sastre, un aficionado y fan neurótico de su sátira (a veces narrativa corta). Inspirado en una de sus más célebres obras, me embargué en la empresa del arte e hice esto. Me enteré de un tal concurso, que no sé si ha finalizado. Aún habiendo finalizado, no podía más que enviarle la labor de varios días, que fue mutando increiblemente hasta la final aparición de esta idea concreta. Espero que sea de su agrado, y que lubrique nuestro vínculo amiguial, lo cual es siempre un honor para mí (a Ud estar vinculado).
Lo quiero y lo admiro de forma desenfrenada.

Hasta siempre / siempredópulus
La obra está realizada con una técnica mixta que combina "tinta china, crayones y un limón de collage". Puede apreciarse fuertemente la influencia post-pop-bauhaus. Gracias, Nomo de Sastre, por el vuestro desenfreno que espero que no se convierta en uno de esos asesinatos por fanatismo. Larga vida a nuestra amistad y a su creatividad, compañero. Al respecto del concurso, sigue vigente y no tenemos fecha de cierre de momento.

Madame Popodópulus interpreta las encuestas, perdón, encuestaciones

Estimados confraternulios de esta bitácora pseudo literaria:
Mi nombre es Marina Evangelina Sorbina del Cántaro Popodópulus, pero podéis llamarme Madame Popodópulus, y dentro de poco Lady Popodópulus aunque no por el momento, ya que el título está en trámite. Fue comprado en Francia, un lejano y mitológico país de la Europa, lugar que ustedes, mezclados con el barro criollo de este país tercermundista seguramente no habéis oído mencionar. Fue un regalo de mi marido, Sir Antígono Onomástico Fantomás del Cántaro.

Por un azar del destino tuve que nacer en este país que de argento no tiene nada, salvo la platería de mi amiga Mirtha Legrand, pero gracias al buen criterio de mis padres se me educó en el colegio de la Santísima Britanidad de Hierro, donde fui instruida en la cultura más refinada y aprendí el arte de la interpretación de encuestaciones, además de ceremonial y protocolo, apreciación de la orfebrería, degustación de quilates, ordenanza de personal inferior, equitación de pony, frunción perineal e insultación calificada, entre otras muchas elevadas prácticas. Naturalmente, no tengo la mínima esperanza de que sepáis de qué hablo. Además, como estudié en un colegio europeo, en el que me enseñaron todas las lenguas del viejo continente, sus usos y costumbres, tengo el derecho, gracias al título enmarcado en marfil que tengo allí colgado, en la pared de ébano blanco, de inventar todas las palabras que yo quiera. Así que si no entendéis, no habléis; lo que vosotros opinéis no es importante. Lo importante es que me leáis sin chistar, ni chismorrotear, ni hacer ruiditos, ni nada. Calladitos y derechitos que Madame (futura Lady) Popodópulus acaba de sacarse el tapado de hipocampo importado de Salamanca y va a dar cátedra.

Vamos a las bases, a los cimientos fundacionales de la interpretación de encuestaciones. En primer lugar, en lo pequeño está lo grande y en lo grande está lo pequeño, como solía decir Napoleón, ese enano de entendimiento que tuvo un par de golpes de suerte en el campo de batalla. Este concepto nos ayudará a comprender la primera máxima de oro de la interprecuestación: una encuestación, no importa la cantidad ni calidad de preguntas o ítemes que tenga, siempre va a ser un reflejo fidedigno de la realidad, va a ser como un espejo pulido de lo que sucede en el mundo.

En segundo lugar, tenemos la máxima de Máximo sobre la fractación poliédrica de la encuestación. Esto implica que la encuesta, como fiel y absoluto reflejo de la realidad no siempre apunta para el mismo lado, el de la vida, sino que a veces apunta un poquito para los costados. En el caso que nos ocupa, apunta a un grupo de personitas que leen una bitacorita de un escritorcito y se creen por ello grandes intelectuales, gente culta, gente seria, con derecho al voto, la luz, el gas y todos los demás servicios básicos. En síntesis, el espejo de esta encuesta apunta bien, bien al costado.

Tercero y último: todo es absoluto, nada es relativo. Dejémonos de hipocresías y juegos de palabras, el blanco es blanco y el negro es negro. Si eres un negro, serás un negro toda la vida y deberás ser tratado como tal. Si compras el título de Sir, será porque Dios en su divina Providencia quiso depositar dinero en tu cuenta y la convicción de ser Sir en tu espíritu. De modo que el encuestatotoriador, si es bueno en lo que hace, sabrá cuáles son las opciones necesarias que dará al encuestatotoriado para contestar a la pregunta o consigna. Por ejemplo, si a mí me preguntan cuál es mi color favorito y me dan a elegir entre el rojo, el blanco y el verde, yo no puedo contestar «azul», porque no está previsto que yo responda de esa manera; al encuestatotoriador no le interesa si yo prefiero el azul, porque por algo el encuestatotoriador confeccionó así su encuestación, ¿me comprenden? Así que uno no se puede quejar. Salvo que el encuestatotoriador sea un pésimo encuestatotoriador, como es el caso que me toca analizar. Vamos a él.

La encuestación que irresponsablemente, sin pagar derechos de autoría y sin la debida autorización de la Santa Sede en estas regiones inhóspitas, se atrevió a publicar el señor, y mejor llamémosle “señor”, o mejor aún “señorito”, o “soñortito”, o “soretito” (risitas tapadas por mi abanico de carey hecho a mano por niños mancos de la isla de Santo Doroteo) de Calisto, consiste en la contestación de la siguiente consigna: «Cuando me lavo los dientes, yo…». Luego de esta propone las opciones junto a las cuales expongo los resultados obtenidos:   

1. Mojo el cepillo, luego le pongo la pasta  - 13 (46%)

2. Pongo la pasta, luego mojo el cepillo - 12 (42%)

3. Me los quito y los dejo toda la noche en una solución en base a cloroformo y detergente - 1 (3%)

4. Los dientes no se lavan, es una de las tantas mentiras que usan los burgueses para vendernos pastas de dientes - 2 (7%)              

Un total de veintiocho (veintiocho) lectores participaron de la encuestación. Entre los cuales se cuenta el propio Calisto, acto que, si estuviéramos en un país como la gente, le quitaría automáticamente la posibilidad de publicar nunca jamás. Y si estuviéramos en países donde se hace justicia de verdad, no solo eso sino que además se le amputarían las manos y la lengua, o al menos se le aplicaría un poco de electricidad pro. Pero no vayamos a extremos, todos sabemos que una sensata, tajante y práctica censura seguida de un efectivo exilio vale tanto o más que un castigo físico. Más aún en ciertos casos donde el autor de la bitácora no se llama como dice que se llama (atentos los lectores, espero que haya alguno entre los veintiocho que sepa captar las sutilezas de mis palabras).

Como esta es la primer encuestación que analizo para esta bitácora (y este no es momento para ponerme a explicar qué me llevó a participar en este espacio, pero ya habrá oportunidad) simplemente me voy a abocar a aplicar las tres máximas de oro a los resultados. Con el tiempo podremos complejizibilizar el análisis. Quizás. Veremos.

Aquí comprendemos que en este rinconcito del mundo, en esta pequeña esfera compuesta por simples veintiocho individuos, que a su vez son el reflejo de una sociedad, de un país, de una idiosincrasia, hay dos clases de individuos: los que mojan el cepillo antes y los que lo mojan después de poner la pasta. Podemos partir a la Argentina en dos, con un 46% y un 42% respectivamente.

Sin embargo no olvidemos que no todas las personas tienen sus dientes de nacimiento. Algunas son ancianas y pobres. Y bueno, ahí está esa minoría representada por un insignificante 3%. Apenas un solo voto. Lo que le da un aire de plurificalidad a esta bitácora, pero que a la sazón sabemos que no es más que la “broma” de algún “gracioso” al que le parece “divertido” que haya gente sin dientes en este mundo.

Pero lo peor de todo, estimados confraternulios, son los barbuditos revolucionarios. Esos sí que se creen graciosos, pero sus chistes no son con ancianos. No, son mucho peores. Estos individuos hacen chistes con la política y con la Santa Sede. Y todos los cristianos de buena laya sabemos que no hay nada menos gracioso que andar cuestionando a nuestras queridas instituciones. Porque no hay nada, pero nada, pero nada (salvo Dios, que lo es todo, todo, todo, todo), nada, decía, más sacrílego que andar atentando contra las instituciones. Y aunque parezca menor, aunque parezca un detalle insignificante, el cepillado de dientes también es una institución, señoras y señores, y una de las más pulcras del mundo. Así es que a esos dos individuos que respondieron por la cuarta opción quiero decirles, quizás apartándome ligeramente, solo ligeramente, de mi rol de interprecuestadora, que serán debidamente identificados y notificados a las autoridades correspondientes. Y para identificarlos usaremos toda la tecnología a nuestro alcance, todos los canes de que podamos disponer, todos los espías y agentes secretos que haga falta. Y os encontraremos, oh, sí que os encontraremos y os enseñaremos a lavaros los dientes y a decir “Dios” y “Patria” y “Mamá” y “Papá” y “Señor policía, aquella persona me resulta sospechosa”.

En definitiva, gracias al cielo, la gente común, que es la mayoría, se lava los dientes de una u otra forma y yo, particularmente yo en toda mi personería, no comprendo qué diferencia puede haber entre unos y otros. Pero bueno, quizás al “soretito” Calisto le parece que sí la hay. No sé, vayan a preguntarle.

Por último quería dirigirme a aquellas personas que usan una técnica diferente para lavarse los dientes, como por ejemplo no mojar el cepillo o mojarlo antes y después de ponerle la pasta. Solo puedo decirles que lean la máxima de oro número tres: todo es absoluto, nada es relativo. Si hay solo dos opciones, hay dos opciones y punto. Salvo, como dije más arriba, que el encuestatotoriador sea un inexperto, por no decir un imbécil, en el sublime arte de la encuestación. Aquí los hechos hablan por sí mismos. Lo que yo os aconsejo es que protestéis contra la exclusión a la que habéis sido sometidos por el “soretito” y manifestéis vuestro descontento, por ejemplo, dejando de leer esta bitácora, o poniendo abogados, o simplemente enviando a un buen y fiel sabueso rompehuesos (puedo pasaros números telefónicos de unos muy buenos que me recomendó Amelita Fortabat).

Ahora sí, queridos confraternulios, después de este extenso y delicioso análisis hecho por mi personería, me despido de ustedes frunciendo el pontoretete de la nariz y emitiendo un pequeño y exquisito gemidito inglés.

Au revoir.
Madame Popodópulus.

¡Tercer dibujo del niño corazón de limón!


Nuevamente el niño corazón de limón se proyecta en el sublime arte, en este caso, del "lapiz y lapicera, dos lapiceras de hecho, sobre papel". No alcanzo a leer lo que dice el libro que tiene en sus manos (y me da la impresión de que no tiene escrito nada, que son unos garabatos, pero uno nunca sabe, después de todo dicen que hay gente que te escribe todo el Corán en un grano de arroz y encima le queda espacio para copiar una historieta de Mafalda) pero me da la impresión de que se trata de «Días verdinegros», sobre todo por la mirada absorta y flashera del niño. Además, tiene pinta de haber escuchado un ruido fantasmagórico.
El dibujo ha sido enviado por la gran lectora Menta (alias Menta). ¡Gracias, Menta, por compartirnos tu pluma!

¡Segundo dibjuo del niño corazón de limón!

 

Sigue lloviendo el arte pictórico sobre este blog. En esta ocasión presentamos la magistral obra de Joaco, uno de nuestros primeros seguidores (subscripto como Pez Cado). Un trabajo de seis horas frente a la pantalla y en los comandos del Paint. Préstesele especial atención a los limonescos detalles en el bolsillo, los ojos y los corazones enlimonados que flotan espirtuosamente alrededor del niño [Hacer click encima del dibujo para ampliar]. ¡Gracias, Joaco! 

¡Primer dibujo del niño corazón de limón!

Sí, damas y caballeros, aquí está el primer dibujo del niño corazón de limón. Enviado por Melina Camacho (¡gracias Melina!). Nótese la expresión limonística del niño, las manos en los bolsillos y el pullover verde asomando por debajo del guardapolvo. Además, el detalle del limón.
A ver quién se atreve a hacer un limón mejor.

El merengoso caso del niño corazón de limón (III)

Tercer trozo: de cómo Limón sale en bicicleta a buscar la casa de Fedro y de lo que allí encuentra. Las palabras de “Días verdinegros” siembran nuevas dudas en el corazón de Limón.

Increíble concurso: ¡ganate la propiedad de Molinitos!

Sí, damas y caballeros, como ustedes lo han leído. Este fantástico blog por el que muchos pierden el sueño está lleno de dinero y quiere compartir una parte con ustedes, pero antes quiere algo a cambio. Así es: en la búsqueda por exprimir algo de vuestra creatividad se os propone este fabuloso premio:

 


¡Yo quiero, yo quiero! ¿Qué tengo que hacer? Muy simple: hacé un dibujo del niño corazón de limón y envíalo a calistoestalisto@gmail.com. Los dibujos serán publicados en el blog y el ganador será la envidia de todos sus amiguitos y vecinitos. (Todas las técnicas están permitidas, desde collage hasta dibujo digital pasando por mano alzada) ¡A dibujar!

El merengoso caso del niño corazón de limón (II)

Segundo trozo: de cómo Limón enfrenta al Niño Calvo y de las extrañas palabras que este le dice durante el último recreo. Además, los ojos del amor endulzan al menos un párrafo.

El merengoso caso del niño corazón de limón (I)


Primer trozo: de cómo Limón descubre algo horrible y de la actitud que decide tomar al respecto gracias a la cual inicia una trepidante investigación.

«Ave que vuela trae sabiduría»

Estamos en uno de esos templos orientales, aunque bien puede ser en una tienda en las afueras de la ciudad o, por qué no, en la ciudad misma. Para que tenga más ambiente digamos que la época es pretérita; no tanto como mitológica, pero sí de hace algunos siglos. Tenemos al maestro y al discípulo. Los dos con las túnicas un poco mugrientas pero que aún conservan la dignidad, y las miradas serenas de quienes todo lo material le importa tres corchos porque sus mentes viven posadas en una nube.
Cuando el maestro se levanta, con el espíritu levemente enturbiado por la bebida fermentada con la que ahogó la noche, se encuentra al discípulo meditando frente a la jaula del pájaro.
- Maestro, la jaula está vacía.
Un breve destello, fugaz pero preciso, toma por asalto la mente del maestro: en él la jaula estaba abierta, el pico de la botella se asomaba por allí y el pájaro, en lugar de beber de la botella como pretendía el maestro, se lanzaba al vuelo de la libertad.
- Maestro, ¿qué sucedió con el pájaro?
El Maestro recordó haberle gritado sendas barbaridades con su mente al pájaro que volaba y se perdía en la oscuridad. Después, agotado, se bebió lo que quedaba y se fue a meditar, para ser más simple, sabio y sobrio.
- Maestro, ¿dónde está el pájaro?
Ya las lágrimas asomaban en los ojos del discípulo cuyo principal objetivo autoimpuesto era cuidar del pájaro y conectar su espíritu con el del animal. El discípulo pretendía disolver su espíritu en el espíritu alado. Cifraba en esa conexión todas sus esperanzas.
El maestro quiso acercársele, acaso acariciarle la calva y decirle que todo estaba bien, que no había de qué preocuparse, que quizás el pájaro había decidido escapar, que quizás había alcanzado el Nirvana... pero no podía mentirle. La realidad era que la jaula estaba vacía y cerrada y él tenía un mareo etílico proverbial.
Miró la jaula, suspiró. De pronto se iluminó. Volvió a suspirar y en el suspiro a su discípulo le decía:
- El pájaro... el pájaro es la jaula.
Y el discípulo se sosegó instantáneamente. Los ojos se le secaron automáticamente y quedó absorto. Las enigmáticas palabras del maestro lo sumergieron en un nuevo nivel de meditación en el que se repetía: el pájaro es la jaula; la jaula es el pájaro.

Molinitos y la violencia

Dulces sueños, molinitos de viento.
Ya llegó tu hora.
Sí, te lo decimos en serio: es la hora, molinitos.

Pero yo quiero vivir
¡Ser feliz por las praderas!
Cantarle al viento la, la, la


Um… no, no.
Ya llegó tu hora.
Sí, te vamos a comer crudo, molinitos.

Pero se los ruego
Me encantan los animalitos
Y las plantas y las flores.


No, este es el fin del camino.
Fuiste, molinitos.
¿Y desde cuándo te haces el ecologista, molinitos?

¡Piedad, piedad!
No la carguen contra este pobre infeliz.
Yo… yo los amo.


Caramba, qué cosas.
Ahora sí que fuiste en serio, molinitos.
¡Molinitos puto, molinitos puto!

No, no, no así… esperen.
Los amo como prójimos.
Hermanos ayuntados en la vida.


Ah no, vos dijiste que nos amabas.
Ahora te la bancás, molinitos.
El viejo uno-dos, uno-dos, uno-dos.

¡Mancha!

La mancha no salía. Y eso que yo le fregaba y le fregaba pero la mancha no quería salir. Estaba agarrada, prendida, enquistada. Tela y mancha parecían una y la misma cosa. ¡Encima tela blanca!, y encima tremenda mancha roja.
Restregaba nudillos contra nudillos, un poco con agua fría, un poco con agua caliente, pero no había caso. Qué pena no tener un cepillito de esos de plástico, de los baratos que se consiguen en cualquier lado por dos mangos. No, mucha elegancia, mucha grifería dorada y espejitos con firuletes y la mar en coche pero estos paquetes no fueron culo de dejar un cepillito de plástico. Y lo que es el jabón, madre santa… francamente me da miedo.
Un jabón turquesa. Así, como un baldazo de agua fría, como tener que freírte una milanesa con el aceite mixto ese que se inventaron cuando había sequía del de toda la vida. ¡No, pero si habría que llevárselos a todos presos por papanatas, nomás! ¿No se dan cuenta de que los jabones de colores manchan la jabonera? Y a veces se chorrean y dejan manchado el lavatorio, un espanto. Hasta las manos manchan esos jabones de porquería. No hay nada como un buen pan de jabón neutro, ya lo decía mamá. Jabón neutro, sin todos esos químicos que le ponen encima para darles perfumito maricón y colores turquesas, jabón neutro, blanco y macho y con olor a jabón, qué cornos. Si hasta lo podés usar para lavar los platos, o para untar una olla por afuera y ponerla a la llama viva y que no se te tizne. Una vez escuché de un tipo que se estaba muriendo de hambre en la montaña y que se comió el jabón neutro para sobrevivir. No llegó ni a la mitad, pero lo que importa es el ejemplo, el espíritu. Te podés estar muriendo de hambre pero siempre llevás un trocito de jabón neutro en el bolsillo. Pero claro, estos caretas se gastan cualquier guita en diseñar un baño con baldosas de dos colores y no te ponen un pan de jabón neutro ni de casualidad.
Tienen unos aparatos que deben tirarte hojitas de papel que, o bien nunca le ponen hojitas o nunca cambian el aparato porque hoy en día ya no vienen repuestos para las cosas, se te acaban y chau, las tirás y te comprás una nueva. Después tienen ese otro que te tira aire caliente en las manos que es una porquería porque siempre tenés que encenderlo dos veces para que te queden las manos secas, y en verano es una tortura, pero que me viene bien si logro arrancar esta mancha de la camisa porque si no, no se seca más y vuelvo a la mesa con el lamparón y no va a faltar uno que me pregunte qué me pasó y yo tenga que mentirle, que sería lo de menos, pero que si se le graba en la memoria me puede complicar la situación después, a la hora de los secretitos en voz baja y las buchoneadas. Porque lo que es acá, a todo el mundo le gusta el conventillerío. Si seguro que hay uno que viene a cada rato a ver si alguien utilizó la expendedora de condones para después ponerse a averiguar quiénes estuvieron entrando y saliendo y sacar cualquier conclusión. Acá todo es así. Parece una máquina de condones este lugar.
Entonces tienen expendedora de hojitas de papel, expendedora de aire caliente y expendedora de forros. También una de esas bandejas, no sé cómo llamarlas, pongámosle “bandejas desplegables”, pegadas a la pared para cambiarle los pañales a los bebés, como si a alguien se le ocurriera la descabellada idea de asear a un bebé en un baño de hombres, como si los baños de este país no estuvieran repletos de pedófilos y violadores, por Dios.

Te leo al revés

El tema es que no me sale escribir nada si no se lo estoy escribiendo a una mina. Bien, esa fue la primera línea, que es la más difícil de hacer según los profesores de la universidad. Las que siguen deben irse desprendiendo de a poco. Y si no se desprenden de esa forma las desprende la culpa, por ejemplo. Así vamos, la culpa y las mujeres, palo y palo.
Y todo lo demás también. Pero qué es el todo lo demás no lo sé, quizás el nubarrón mítico que dio origen a la psicología. Quizás la tormenta iónica de la conectividad. Quizás los resquiebres de la moral de las sociedades. Quizás la doblemente falsa apoliticidad.
Mujeres, culpa, todo lo demás. El amor de la familia. Y, así dadas las cosas vamos, viéndolas con un toque de onda no se ven tan mal, casi podríamos decir que zafan bastante bien. Y vamos, dale que vamos, ya ni me acuerdo a dónde, pero sé que vamos, y no sé si sé a dónde, dónde, dónde precisamente.
El tema es que llegamos. Ponele en trencito, cargados, echando humo, meta chuuuu-chuuuu todos gritando, una cruza de tren fantasma y montaña rusa de algodón rosa, a los brincos traqueteando los rieles. Pum pum bang bang. Y de golpe se apaga todo, las luces, el tren, todo. Si querés le podemos poner una explosión, o decir que simplemente desapareció. Como sea la cosa es que ya no hay más ni mujeres, ni culpa, ni todo lo demás, ni el amor de la familia ni yo por añadidura. Entonces, qué importa a dónde vamos.

Primera entrada

Este blog no puede ser menos ni más que cualquier otra cosa.
De modo que como todo tiene un comienzo, aquí vamos. Decí "un, dos, tres y me levanto", "un dos tres, ¡arriba!", "jop".